Mi idilio con los vidrios callejeros

Nada hay mejor que el deporte del crital-ling, tambien llamado vidri-ing... 

Consiste en pasear con la perra por las calles, apaciblemente y sin prisas, husmeando de contenedor en contenedor de vidrio, como quien no quiere la cosa.

Yo ya tengo mis rutas fijas, tres en concreto, por los alrededores de casa.

(No te digo cuales son porque si no las mantengo en secreto, me las expoliarán otros competidores grillados por los cristalitos).

Las rutas de los vidrios callejeros siempre son provechosas, sobre todo en los vecindarios con niños (niños que jueguen a la pelota en casa y rompen algo) y por donde se hacen obras y reformas de pisos.

Apasionante, nunca sabes lo que te va a deparar ese día la ruta de los vidrios callejeros.

Es como el kinder-sorpresa ...

En el peor de los casos aunque no encuentre nada, pues mi perrita hace sus necesidades y nos regresamos a casa tan panchas las dos... 

Otras veces, gracias a Dios, encuentro critalitos abandonados, allí apoyados en el contenedor.

Algunos vidrios callejeros estan enteros; otros, en cambio, rotos.

Unos están tal cual, desnudos; y otros aún montados en puertas (lo cual no es impedimento, si vas con un escoplo)...

Unos vidrios callejeros son transparentes, otros translucidos, a veces de colores.

Mi perra no se sorprende ni me dice nada, claro.

Pero la cara del portero o la de los vecinos del bloque que me ven cargando con los cristalitos os las podeis imaginar...